jueves, 20 de noviembre de 2008

reech et le coiffeur

Todo parecía indicar que nuestro encuentro sería similar a las últimas citas que habíamos tenido, yo con una fría indiferencia después de que tú me habías restregado en la cara tu heterosexualidad, "¿qué pasó compadre?" le gritabas con alegría de vez en cuando a tu camarada que debe tener la misma orientación sexual que tú.
 
Pero no, esta vez era diferente, me ofreciste un vaso de agua, me preguntaste cómo me había ido.
"¿Qué diablos le ha picado?"
 
Pero yo seguí indiferente, "probablemente ha ido a que le den" me decía una sonrisa irónica dentro de mi cabeza. Creo que en un momento no lo soportaste más y dejaste caer la bomba:
-"Esta debe ser la última vez que te cortaré el pelo"
-"¿En serio?"
-"Si, no creo que vayas a cortarte hasta donde voy a estar", ¿acaso detecto algo de gusto en el tono de tu voz?
-"¿Dónde va a ser eso?" podría incluso ir hasta Satélite de ser necesario.
- "En Tijuana". Ya me jodi, pensé en automático.
 
Así que por eso la amabilidad, quizá pensabas que por fin te habías librado de mi, quizá por fin te permitiste ser amable conmigo y tocar mi oreja y mi mejilla mientras lavabas mi pelo porque POR FIN sería la última vez que estábamos juntos.
 
Qué casualidad de la vida que ésta, nuestra última vez, te encontraría tremendamente sexy con tu playera Polo color rosa, ajustada no a la manera hetero, sino de una manera en que esbozaba tus flácidos pero masculinos pechos. Y tú pelona y tus lentes de coiffeur, "ay, ¿pero esto se trata de una farsa o estoy alucinando?" me preguntaba y volvía los ojos cada vez que observaba algún rasgo poco masculino en ti. Pero ya lo habías establecido muy claramente desde el principio, poco después de que fuese yo el amable, ciertamente cuando acariciaba la idea de que le coiffeur et moi sostuviéramos un tórrido romance, eres heterosexual, la mención de tu esposa no había dejado lugar a duda.
 
Pero cómo interesarse locamente por tu cabeza enralecida, tus lentes de pasta, tus brazos con masculino bello o la barba de candado, que, déjame aclararlo de una vez por todas, ¡no es un rasgo masculino! Al menos no he tenido esa idea desde que George Michael hizo suyo ese tipo de barba.
 
Ay, mi coiffeur, te me vas, ¿quién más me cortará el pelo como tú lo hacías? A qué nuevas manos me has encaminado, mejor dicho, a qué manos nuevas me has abandonado.  Y la historia se repite, me quedo pensando en ti y en la forma en que tus yemas rozaron mi lóbulo por última vez…

 




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