lunes, 15 de marzo de 2010

6 000 000 000 de seres humanos

6 billones de personas, cada una con una visión del mundo, con usos, costumbres, ambiciónes, ideas, educación y creencias diferentes. Tenemos a los estadounidenses viviendo en ciudades incosteables en el sentido ecológico, ciudades que en invierno se congelan o ciudades que son un infierno todo el año (lo mismo en una franja enorme en Europa). También hay por todo el mundo personas obsesionadas por el dinero, que quieren obtener el dinero a costa de lo que sea. Sacrificando desde la vida personal, el ciudado del planeta y, en pocas palabras, lo que sea.

Y encontramos una gruesa franja poblacional de clases medias y bajas que también consumen y también se reproducen esperando un mejor futuro. Pero no por ser clases medias o bajas dejan de consumir productos alimenticios industrializados, electrodomésticos, mueblería, productos de mantenimiento, educación y un largo etcétera.

Y las comunidades humanas que están integradas al mundo consumista eclipsan totalmente a aquellas pocas que siguen siendo, más o menos, autosustentables.

Cómo detener esta carrera por tener más y más, por consumir más y más. Esta sed por tener lo último en autos, ropa, muebles, entretenimiento. Cómo detenerla cuando el objetivo de todos los que producen y ofrecen productos y servicios es el de no sólo mantener el ciclo de consumo sino, de ser posible y de manera muy deseable, ampliar los negocios.

El mundo natural es hermoso pero a pasos gigantes lo estamos acabando. 

Pienso de pronto en una persona común, que diariamente acude a Starbucks por su café, parece todo muy inocente. Pero anualmente son alrededor de 200 vasos de café. El problema es que adquirimos el producto, la bebida, pero del contenedor nos podemos deshacer de manera muy fácil, simplemente lo puede botar a la basura. Otra situación sería si tuviera que almacenar esos vasos, primero lavarlos y después apilarlos en su casa. Quizá así la gente sería más consciente y lavaría sus vasos para reusarlos. Pero es más fácil y más rápido pasar por el café, entrar y salir y llegar a la oficina con su flamante vaso plástico de café. 

Y así con decenas de productos y servicios que billones de personas usamos diariamente en todo el mundo: vasos de café, bolsas de plástico, gasolina para el auto, piezas de automóvil, viajes por avión, remodelaciones, desechos de plásticos, forros de cuadernos, utiles escolares, comida refrigerada, pan envuelto en plástico, productos enlatados, comidas en restaurantes, impresión de correos electrónicos, usos de computadoras y periféricos, paquetes de hojas, rollos de papel higiénico o papel bond, productos de belleza con envases desechables de plástico, centenares de zapatos, el 90% del mundo está consumiendo.

Pero seguimos siendo muy egoistas y sólo nos interesa nuestro bienestar, del futuro que se encarguen los que les toque vivirlo. Pero los que estemos atrapados en el inter entre la era consumista y el colapso de la misma no la pasaremos muy bien.

Me han hablado de ser muy positivo y tratar de vibrar en una sintonia de cambio, que se transmitirá al resto del mundo que está vibrando en una frecuencia mucho más baja. Pero tenemos el problema de ser 6 000 000 000 de personas, dos el consumo de productos, servicios y alimentos de esos seres humanos y tres que la ambición mortal de un sector está acabando con los recursos del mundo.

Cómo detener los negocios tan productivos (únicamente en el sentido monetario) cuando el mundo consumista maneja básicamente todos los gobiernos.

Aunque quiera ser positivo cómo cambiar la enorme inercia de esos billones de seres humanos y los billones que también dejaron su legado y los billones por llegar.

Deseo enormemente que la realidad sea diferente a la que se teme como resultado de esa inercia tan desastrosa.




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